Hay un perro rengo pisoteando bolsas
y un recuerdo de ciprés
que me hablan del camino que queda
hacia el sentido mayor de la poesía.
Gente pequeña que trascurre
con su ropa de no tantos colores
la música que me atormenta
las tristezas y las nubes.
La línea del Sol se me acerca a los pies
-siempre hablando desde una perspectiva-
y está el calor
que me sube por su cuenta.
Hago una crítica al sistema
en boca de otros y con palmas
mientras una enredadera
se cierne sobre mí.
Veo a los vendedores de diarios cual palomas
invadiendo la ciudad con el mundo.
El Sol, cada vez más cercano,
y una nueva canción.
Bailemos, que el amor existe.
martes, 19 de marzo de 2013
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