martes, 30 de noviembre de 2010

jueves, 25 de noviembre de 2010

Corazón

Imagínense una gran enredadera.
En el centro el firme tronco
soberano
impenetrable.
A su alrededor, las ramas
descontroladas
adherentes.

Imagínense una persona así:
llega a todos lados
sinuosa
creciente.
Pero su interior es encriptado
misterioso
implosivo.

Sus ramas se pegan para siempre
en cualquier pared
cada vez más.
Pero nadie puede tocar el tronco:
sus raíces
lejanas.

El secreto, sin embargo, es el cuidado.

Descubrí la fragilidad de la piedra.

El secreto es ir despacio.

lunes, 22 de noviembre de 2010

¿Alguien podría por favor explicarme cómo es eso
de que el amor y la soledad
son la misma cosa?

domingo, 21 de noviembre de 2010

Imagen

Eran cinco líneas: en cada una dormía un pez.
Entre cada una de las líneas había un mar con un ojo en cada gota, y en los ojos, las pestañas eran yuyo. Con flores en las puntas.
Los centros de las flores gritando, llamaban a las aves.
Cada ave llevaba en cada una de sus plumas una carta, y cada carta llevaba, en cada uno de sus espacios, una vida.

La muerte no cabía en el pentagrama, hasta que fue lunes.

La armonía culminó en un salto de pasión,
y aunque se sabía que un vientre no puede abrirse dos veces,
la lluvia y el Sol intentaron reencontrarse.
Pero era lunes, y un vientre no puede abrirse dos veces.
Quizás, una carta se mojó. O un ave se quemó. O se quebró una flor, o se desnudó un yuyo o cerraron las ojos o despertaron los peces, o una línea se olvidó.

Lo cierto es que era lunes, quedó un espacio vacío, la muerte entró y murió a todo para siempre.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Jueves

Una vez por año, y en bandadas de a dieciocho, las golondrinas migran, cambian de lugar.
Se mudan, sin más que sus compañeras y sus alas, en busca de cielos más cálidos.

Los colibríes nunca dejan de batir las alas, éstas son tan pequeñas que necesitan estar en constante movimiento para poder sostener a su portador.
Al quemar tanta energía, los colibríes no pueden pasar más de diez segundos sin ingerir néctar. Necesitan alimentarse constantemente para poder sostenerse.

Un día, se derritió un glaciar. El agua que lo constituía se evaporó para después precipitar, obstinada en su helada naturaleza, en forma de nieve.
Ese día, las golondrinas habían decidido desviar para probar ese nuevo cielo que habían descubierto.

Una noche, se taló una flor, que no pudo llorar su néctar.
Esa noche, un colibrí había decidido desviar para probar esa nueva flor que había descubierto.

Cuando las golondrinas descubrieron que ese cielo no tenía calor, volaron lo más rápido que pudieron hacia otro que sí lo tuviera. Tardaron un año.

Cuando el colibrí descubrió que esa flor no tenía néctar, voló lo más rápido que pudo hacia otra que sí lo tuviera. Tardó doce segundos.

Para cuando llegaron, las alas ya no se movían.

Contando las de la flor y la del glaciar, veintiún vidas y un millón.

martes, 9 de noviembre de 2010

ayer me corté el dedo
quiero tener tres hijos
me voy a rapar la cabeza

y a quién le importa?

sábado, 6 de noviembre de 2010

caos
caos
caos
se me escapa el labio de la boca,  furioso porque me aprovecho de su función de represa para que las señoras palabras no escapen de mi castillito arenoso sentimental
no pueden entender las escurridizas alimañas que yo las amo, pero que no puedo dejarlas ir por miedo a desmoronarme.
tengo miedo de caerme, muy bien sé yo que a veces todo se cae a pedazos.
por favor no quiero caer otra vez
las señoritas éstas palabras son todas de flores, hasta perfumadas. Que es como decir que no hacen mal a nadie
Pero, ¿Y si chocan contra un vidrio? o peor: ¿Si se pasan de largo y no llegan nunca a destino?
No, mejor las retengo acá, bien seguritas y sin influencias.
Mientras pueda sostenerlas,
estamos todos bien.

viernes, 5 de noviembre de 2010

me declaro culpable de creer en el amor
de amar la lluvia de mojarme y ensuciar el piso
de vestirme de verde y violeta y azul y negro
de tener un blog escondido
y de hablar todo el tiempo sin poder decir lo que quiero

me convierto en pradera a veces por las noches
al quedarme sin sol pero ya dije que no me gusta el Sol

siento que estoy en un barco todo el tiempo
no
me retracto,
todo el tiempo siento que soy un barco

o bien que estoy en un bosque
(ésto último bien podría calificarse como anhelo)

confieso estar confesándome ante un aparato idiota ignorante indiferente
in-diferente
en lugar de hacerlo ante señor barco
que no sé si quiera escuchar
pero yo sí necesito decirle

y eso es todo

y todo va a seguir siendo eso
hasta que éste rinconcito anónimo apersonal y antihumano
deje de funcionar como cubetera para mis sentimientitos codificados
y no pueda seguir haciendo como si nada cuando salgo de éste cuadrado
que no hace más que estar ahí como un grano del escritorio.
O sea cuando la pasión supere a la pelotudez de quedarse en el molde