Puede pasar que
de tanto caminar en
puntas de pie,
olvides reconocer el sonido de tus pasos,
el tacto de la Tierra,
el calor
la lluvia y las piedras.
También puede pasar que aprendas
a volar
de tanto no parar
de acercarte
al cielo.
También puede pasar que ya
no te puedan ver
más no te alcancen
mientras menos
se escape
de tu campo de visión.
También que los colores pierdan nitidez,
o que el perfume se sienta más puro.
También que te cubras de luz grande
o que rías siempre solo.
No se trata de caminar o no
en puntas de pie,
se trata de no quedarse quieto.
miércoles, 20 de febrero de 2013
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