jueves, 9 de diciembre de 2010

Martes

Lo último que vieron de ella fue su sombra traspasando el umbral.
La más alta, siempre, tan llena de luz, y partió de negro y gris.
Ese martes amaneció nublado. Nadie se levantó con ánimos. Todavía no había pasado nada. Como todos los días, la gente del pueblo salió a la calle. Como todas las mañanas, la gente del pueblo se dirigió al mercado. Como todos los martes, la gente del pueblo vio los carros de verdura, a pesar de que estaba nublado.
Como todos los carros de verdura, las nubes se dirigieron a la gente. Como nunca, la gente corrió, y como siempre ella última, se quedó en la fuente a pesar de que estaba nublado. Ella, la más alta, siempre tan llena de luz. Eso era lo que veían de ella. Sin embargo la fuente, como nadie, podía reflejarla en su gris. Todavía no había pasado nada. Entonces, como preveía, el gris lo cubrió todo, pero no eran las nubes.
Era su gris.
El gris más alto, el último. Y a pesar de que estaba nublado, ese martes todos vieron su sombra traspasando el umbral.

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