domingo, 12 de diciembre de 2010

¡Desnúdense!

Desnuden sus puntas, clavos del corazón, para poder arrancar de un tirón sus arsénicas cabezas.

Desnuden sus colas, esfinges estomacales, para poder corromper con alambres sus arcaicas pelambreras.

Desnuden sus narices, piedras del alma, para poder deshacer en gemidos sus arlequínicas molduras.

¡Desnúdense, dadivosas divas!

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