miércoles, 25 de julio de 2012
El día en que el verde deje de ser verde
la noche en que la Luna no asome siquiera
una ración mínima de su nívea
moraleja,
Cuando no haya una cigarra cantora
ni colibríes verdevioletas,
cuando ni culebras venenosas trepando
por las paredes,
Si ya no existiera en la Tierra un espiral,
un caracol, una cornisa,
no quedaran tampoco labios, ni ojos,
no haya señal alguna de Sol
o de Mar;
habremos
muerto.
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