sábado, 16 de octubre de 2010

Elvio distingue los celos de la envidia,
come fruta todo el tiempo y
cree en la humanidad.

Joaquina mira a hombre y mujeres por igual,
canta toda la noche y
perdió a su dios.

A René todo le da lo mismo,
todos los días muere y
cree que no cree en nada.

Mire a su alrededor, transeúnte indiferente:
y verá
cómo las mariposas hablan al oído de los peces,
cómo la magia -si bien cambia de color- nunca pierde las alas, y
cómo la gente de vidrio no puede cuidarse sola
y desaparece.

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