lunes, 21 de octubre de 2013

Una sensación de patetismo se me impregna
arrasando con la risa y el perfume
de todo lo que vive o que lo intenta;
y empieza a deslizarse sutilmente
con toda la confianza arrolladora
que provoca la certeza de la muerte.
No digo que todo esto me consuma;
(intento ya no ser tan extremista)
yo digo que me invade un humo negro
que no se purifica fácilmente.
Yo digo que me infecta algo tan raro
que no puede sacarlo ni la muerte.
Si vuelvo a repetir esa palabra,
no digo que sea así literalmente,
es sólo que es la hermana omnipresente
que es causa y a la vez es consecuencia:
el peso, el dolor, y la vergüenza;
aquello a lo que no puedo hacer frente,
y que sin consumirme me vacía
dejando que se pudra el recipiente
que me retiene rígida y consciente
mientras la inmensa nada se aproxima.

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