Una sensación de patetismo se me impregna
arrasando con la risa y el perfume
de todo lo que vive o que lo intenta;
y empieza a deslizarse sutilmente
con toda la confianza arrolladora
que provoca la certeza de la muerte.
No digo que todo esto me consuma;
(intento ya no ser tan extremista)
yo digo que me invade un humo negro
que no se purifica fácilmente.
Yo digo que me infecta algo tan raro
que no puede sacarlo ni la muerte.
Si vuelvo a repetir esa palabra,
no digo que sea así literalmente,
es sólo que es la hermana omnipresente
que es causa y a la vez es consecuencia:
el peso, el dolor, y la vergüenza;
aquello a lo que no puedo hacer frente,
y que sin consumirme me vacía
dejando que se pudra el recipiente
que me retiene rígida y consciente
mientras la inmensa nada se aproxima.
lunes, 21 de octubre de 2013
sábado, 19 de octubre de 2013
Me miro y me sorprendo
al encontrarme
riendo
de lo absurdo
de sentirte
deambular mis avenidas.
Digo,
¿Quién lo hubiera
imaginado?
Que es como decir(te):
¿Qué hacés
¿Qué hacés
vos acá
(en mí)?
No.
Yo te invité
y fue a propósito.
Nunca fui tan ingenua
en realidad
fue al contrario.
Si en un segundo caben
meses enteros
una ciudad
y una
colección de objetos.
¿Qué hago yo con eso
además de
llorar?
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