Pueden pintarnos murales,
escribirnos canciones, poemas
y recordatorios mensuales en los diarios,
pueden hacer misas en nuestra memoria.
Pero
mientras nos sigan matando,
nos vamos a seguir muriendo,
y no es una muerte simbólica,
no es una hoja que se cae;
es una muerte bien muerta,
una piba, una mujer
(la que ayer cruzabas en la calle)
que no va a volver a ser
más que en la lágrima de un recuerdo
o en el grito de una pelea
más que un nombre sin persona,
un ser que ya no puede ser.
El problema es que,
si acá hay cada vez menos gente
será que en otro lado
habrá cada vez más.
Pero
sea a donde sea que se vayan,
ya no caben más ángeles.
(dedicado a Ángeles Rawson y a todas las víctimas de femicidio)
miércoles, 12 de junio de 2013
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