Hubo una vez una desolación,
que no tenía sol por no tener qué iluminar.
Hubo después una desesperación
sin esperanza, por no tener quien la espere.
Hubo una tristeza
que lloraba lluvias
Hubo un sueño
sin dueño
Hubo silencio
solo
Pero la vida no iluminó ni esperó y se manifestó
en todo su esplendor incontenible y claro
y fue un derroche una explosión
una avalancha desquiciada
de seres surgiendo
y creciendo
eternos
domingo, 15 de agosto de 2010
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