Sentir a Lisandro es sentir el viento. El río, las aves y el frío, todo en un solo todo.
Un charanguitarrista con pies de patín y mariposa,
un baterista con ojos de amante y objeto concreto,
una percusionista hermana con enamorado, voz de soplo y manos de paloma;
un tecladista superlativo con ritmo de resorte y
una muñeca cellista que canta caricias
son los azulesturquesas que
con el viajante del cuerpo de burbuja
nos llevan a la cima más alta del alma
fusionando
algunos sonidos de afuera y otros de adentro,
algunos de antes y otros de luego,
algunos de arriba y otros de abajo,
pero todos
en todos
para siempre.
sábado, 28 de agosto de 2010
jueves, 26 de agosto de 2010
Hay seres mágicos por todo el planeta, por todos lados. No tienden a reconocerse, y se evanescen en otros seres, se funden. Es simbiosis, viven de y para los demás. Los seres mágicos buscan nutrir al resto, y sin querer se nutren ellos de la magia que irradian, en efecto invernadero, los nutridos. Nunca se van a extinguir: viven del tiempo y el tiempo vive de ellos, que no se reconocen; pero casi todos conocemos al menos a un ser mágico. Es que hay seres mágicos por todo el planeta.
miércoles, 18 de agosto de 2010
domingo, 15 de agosto de 2010
Vivir
Hubo una vez una desolación,
que no tenía sol por no tener qué iluminar.
Hubo después una desesperación
sin esperanza, por no tener quien la espere.
Hubo una tristeza
que lloraba lluvias
Hubo un sueño
sin dueño
Hubo silencio
solo
Pero la vida no iluminó ni esperó y se manifestó
en todo su esplendor incontenible y claro
y fue un derroche una explosión
una avalancha desquiciada
de seres surgiendo
y creciendo
eternos
que no tenía sol por no tener qué iluminar.
Hubo después una desesperación
sin esperanza, por no tener quien la espere.
Hubo una tristeza
que lloraba lluvias
Hubo un sueño
sin dueño
Hubo silencio
solo
Pero la vida no iluminó ni esperó y se manifestó
en todo su esplendor incontenible y claro
y fue un derroche una explosión
una avalancha desquiciada
de seres surgiendo
y creciendo
eternos
sábado, 14 de agosto de 2010
El otro libro
Arnaldo es traductor. En realidad es escritor, sólo que todavía no lo sabe.
Cada vez que un nuevo trabajo se presenta ante él no puede evitar cambiar algunas cosas que, considera, entorpecerían una correcta lectura de la obra. A veces son detalles pasajeros, "ésta coma no tendría que ir acá", "a ésto le falta un artículo", "aquello va en plural". Otras veces son jugadas un poco más arriesgadas, "en vez de lindo que diga exótico", "en lugar de madera sería mejor de hierro".
El último libro que tradujo Arnaldo sólo mantiene el título fiel al original. El libro fue un éxito, aunque a todos les llamó un poco la atención que el ejemplar en castellano se vendiera más, mucho más que el original en inglés. En los foros internacionales de fanáticos se comenta acerca del libro, y algunos se extrañan un poco al notar que los lectores anglosajones tuvieron una interpretación completamente diferente a la de los hispanohablantes, como si hubieran leído libros distintos, aunque es imposible, claro, si tienen el mismo título.
El autor del libro en inglés no necesitó brindar declaraciones al respecto, se hizo millonario y nunca más tuvo que volver a escribir.
Arnaldo nunca quiso declarar, y sigue en su pieza traduciendo, sin aceptar las monumentales sumas de dinero que le ofrecen después de la avasallante cantidad de ejemplares vendidos. "Yo no tengo ningún mérito, lo único que hago es traducir lo que otros escriben" suele decir, y regresa al trabajo, a traducir. En realidad a escribir, sólo que todavía no lo sabe.
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