Llegar a la casa
y que el llanto
penetre sin permiso
nunca fue justo.
Ni tampoco
que no exista
cuestionamiento posible
para la respuesta que busco,
que para ciertas penas
de la carne
no basten ya ni los vómitos
que la música
aunque grite
suene bajto
que en el cielo
ni de día
haya Sol.
martes, 2 de julio de 2013
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