¿Por qué diré que me escondo, si nadie me quiere ver?
¿Será que no me preciso,
y de paso me aviso,
para ya no correr?
Me fui pateando las piedras, con ganas de molestar
y no encontré ni un segundo
para explicarle al mundo
que lo quiero matar.
Y mi cabeza se me enfrenta en una noche de sólo pensar,
y la alegría se me escapa, y la agonía vuelve a dominar.
El corazón de algún sufrido me acompaña hasta la terminal
y me iré,
para no verme más.
Estoy buscando refugio en manos de una pared
que ni siquiera me escucha y yo,
fingiendo mi lucha,
engañándome otra vez.
Ya nada aquí me divierte, como solía ocurrir,
voy persiguiendo mi risa,
ella se fuga deprisa,
burlándose de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario